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Lo que hace no demasiado se entendía como el futuro de la automoción, ya es el presente. Los coches de hidrógeno son una realidad y cuando hablamos de este tipo de vehículos, lo hacemos de aquellos que solo emiten vapor de agua por su tubo de escape. En la búsqueda de alternativas de movilidad más limpias y sostenible, esta tecnología se postula como una opción prometedora que utiliza el hidrógeno como fuente de energía en un motor eléctrico, que recibe la energía desde una pila de combustible. Lo que le convierte en una opción respetuosa con el medio ambiente, debido al gran potencial que presenta para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.
Sin embargo, es curioso que se haya señalado en más de una ocasión al coche de hidrógeno como uno de los actores claves en el futuro de la movilidad, cuando apenas se le ha dado bombo. Dentro del sector de la automoción, podríamos decir que es uno de los grandes desconocidos frente a los vehículos eléctricos e híbridos, cuando en el presente no tienen nada que envidiarle a ese tipo de motorizaciones. Porque la gran ventaja de un coche de hidrógeno, es que puede tener la misma autonomía que un coche convencional (sin necesidad de enchufarse), al mismo tiempo que reduce a cero las emisiones contaminantes. Por eso en Clicars te descubrimos cómo funciona esta alternativa al motor de combustión tradicional.
Tecnología de los coches de hidrógeno
Como te hemos contado, este tipo de coches cuenta con un motor eléctrico el cual, funciona gracias a una pila de combustible de hidrógeno que está instalada en la parte delantera del vehículo. Esta pila no se recarga mediante un enchufe, sino que en ese tanque de hidrógeno se mezcla el gas con el oxígeno, para generar la propulsión del vehículo. El proceso tiene lugar en la pila de combustible y da como resultado energía eléctrica, además de agua. En el caso de la electricidad restante, esta se almacena en las baterías y se encarga de nutrir al motor, mientras que el agua restante se expulsa en forma de vapor.
El proceso de combustión simplificado sería el siguiente:
- El hidrógeno que se almacena en los tanques, abastece a su vez a la pila de combustible.
- Se inyecta oxígeno en las celdas de combustible que conforman la pila.
- El gas se mezcla con el oxígeno y dentro de las celdas, se genera agua y electricidad.
- La electricidad producida alimenta la batería, que es la encargada de abastecer al motor.
- El agua sobrante se expulsa mediante el sistema de escape en forma de vapor.
Proceso de carga del coche de hidrógeno
Aunque el coche de hidrógeno puede resultar desconocido para nosotros, su carga nos resultaría muy familiar. Cuando decidimos repostar, la recarga del tanque de hidrógeno se lleva a cabo de una manera prácticamente idéntica al repostaje de combustión tradicional. Se hace a través de una manguera, que se conecta a la boquilla de llenado del vehículo mientras dura el repostaje del tanque. El hidrógeno se bombea a alta presión en el tanque del automóvil y la carga es rápida, ya que tan solo nos llevará unos minutos.
Esta es precisamente la ventaja que señalan los fabricantes en comparación con los modelos eléctricos. La estimación ronda los cinco minutos y la autonomía de este tipo de vehículos es muy similar a la de los modelos de combustión. O al menos así lo demuestran las cifras. Porque la primera generación de pila de combustible que presentó Hyundai, con el Nexo, superaba los 400 km. Una cifra que ha ascendido hasta los 600 km en su segunda generación.
En la actualidad, hay 8 hidrogeneras (además de 12 hidrogeneras privadas y otras 12 públicas en construcción) en España. El precio actual del hidrógeno es de unos 10 €/kg y el consumo típico de estos vehículos es de 0,8 kg/100 km. Por lo que estaríamos hablando de un coste estimado de 8 euros por cada 100 km recorridos. En estimación, el coste es más bajo que para un coche de gasolina. Pero supera el consumo de un coche eléctrico, cuyo coste en casa ronda 1-2 €/100 km.
Coche de hidrógeno o eléctrico, ¿en qué se diferencian?
Tanto los coches de hidrógeno como los eléctricos parten de la misma base, pues ambos comparten la etiqueta CERO de la DGT. Sin embargo, la realidad es que existen varias diferencias entre ambos sistemas de propulsión:
- Autonomía: la autonomía del hidrógeno es mayor que la que presenta un eléctrico. De hecho, el coche de hidrógeno presenta una autonomía similar a los motores de combustión tradicional.
- Baterías: las baterías de los vehículos de hidrógeno son más pequeñas que las de un coche eléctrico. Además, en este caso no hay que enchufarlas a la corriente porque se recargan solas.
- Tiempo de recarga: La diferencia es significativa entre el coche de hidrógeno y el eléctrico. En el primer caso, la estimación de carga son cinco minutos para rellenar al completo sus tanques de hidrógeno. Mientras que el eléctrico, deberá permanecer mucho más tiempo en parado (horas si no es un enchufe de carga ultra rápida) antes de reanudar la marcha con sus baterías al 100%.
La tecnología de los coches de hidrógeno ofrece una perspectiva emocionante para la movilidad sostenible. Su funcionamiento ofrece una alternativa limpia y eficiente a los motores de combustión interna y a los vehículos eléctricos con batería y su mayor autonomía, los hace atractivos para una variedad de aplicaciones. Además, los costes iniciales de adquisición pueden resultar elevados, pero se espera que disminuyan a medida que la producción en masa se generalice y el coche de hidrógeno se postule definitivamente como una solución para impulsar la movilidad sostenible hacia un futuro más limpio para todos.