El mundo se ha metido de lleno con el coche eléctrico. Tampoco hay otro remedio, pues son los propios gobiernos –sobre todo los europeos– los que están obligando a fabricantes y a consumidores a optar por la vía de la electrificación completa de cara a una década. Aun con esas, hay quien cree que los vehículos eléctricos sólo representarán el 30 % de la industria automotriz, como recientemente ha defendido el jefe de Toyota, Akio Toyoda.
La firma japonesa se ha enfrentado a una buena cantidad de críticas por parte de activistas e inversores medioambientales debido a su lenta adopción de vehículos eléctricos movidos a batería (BEV). La razón detrás de su ritmo poco apresurado puede explicarse en algunos de los últimos comentarios de su presidente, quien cree que los coches totalmente eléctricos sólo representarán el 30 % de las ventas mundiales de turismos, mientras que los vehículos híbridos y la tecnología de hidrógeno representarán el resto.
Toyoda, actual presidente, ex director ejecutivo de Toyota y nieto del fundador, compartió estos comentarios en un evento comercial a finales de enero. Expresó su creencia de que, “no importa cuánto progreso hagan los BEV, los vehículos híbridos, los vehículos eléctricos de celda de combustible y los vehículos con motor de combustión de hidrógeno seguirán constituyendo el 70 % del mercado automotriz”, explicó Toyoda en una respuesta publicada por el Toyota Times.
“Es por eso que Toyota Motor Corporation, que compite en todo el mundo, tiene una línea completa de productos de múltiples vías”, pues la tecnología del sistema de propulsión “es algo que decidirán los clientes y el mercado, no los valores regulatorios o el poder político”. Toyoda argumentó que, aproximadamente, unas mil millones de personas a nivel global carecen de acceso a la electricidad, aunque las estimaciones de la Agencia Internacional de Energía sugieren que la cifra real se acerca a los 775 millones.
Afirmó que “una única opción BEV no puede proporcionar transporte para todos”. Por eso la misión de Toyota es reducir las emisiones de CO2, no necesariamente convertirlos en coches eléctricos o de hidrógeno. El directivo también dijo que “nadie, principalmente los medios de comunicación, nos está dando una explicación” de por qué toda la tecnología de vehículos eléctricos es la supuesta solución que se promueve como el mejor de los caminos a seguir; pero sabemos que eso no es del todo cierto.
Hay evidencias que indican que los motores de combustión interna, ya sea que funcionen con combustibles fósiles o sintéticos, pueden generar más contaminación que los eléctricos. Y aunque la fabricación de coches eléctricos emite más CO2 que la producción de vehículos de combustión interna a lo largo de su vida útil, se ha demostrado en recientes estudios que contaminan significativamente menos que los homólogos de gasolina y diésel, siempre y cuando el reciclaje posterior de las baterías sea el adecuado.
Mientras tanto, la fabricación de hidrógeno y otros combustibles sintéticos consume mucha energía. Las últimas investigaciones sugieren que su adopción generalizada en los turismos podría aumentar tanto la necesidad de electricidad que podría hacernos dependientes del carbón y otras tecnologías contaminantes de generación de energía. Por lo tanto, muchos sugieren que estos combustibles deberían de reservarse para las industrias que no pueden electrificarse fácilmente, como el transporte de larga distancia y la aeronáutica.
Toyoda se ha opuesto durante mucho tiempo a una política exclusivamente de vehículos eléctricos y la compañía ha ejercido su poder político para resistir las leyes que las imponen. Aunque la empresa sigue desarrollando tecnologías de propulsión alternativas, desde que el presidente dejó su cargo de director general, la empresa se ha centrado cada vez más en la producción de eléctricos, y su nuevo capitán afirma que acelerar su desarrollo es una prioridad.