¿Cuántas veces has escuchado eso de que, en un futuro muy lejano, los coches no necesitarán conductor? Comenzar a fantasear con la conducción autónoma comenzó incluso antes de que ese hito saliese a la luz, pero con el paso del tiempo, las marcas de automóviles están cada vez más cerca de hacer el futuro, presente. La conducción autónoma ha evolucionado mucho en los últimos años y aunque todavía quedan pasos por dar hasta el momento en el que los coches sin piloto circulen con frecuencia por nuestras calles, sí existen otros elementos de autonomía dentro de un vehículo que ya forman parte de tu día a día.
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Los vehículos con autonomía ya están implantados en nuestras vidas, aunque siguen necesitando de la intervención humana ya que esa conducción autónoma de la que hablamos, cuenta con diferentes niveles y tres actores primarios: el conductor como factor humano, el sistema de conducción autónoma y el coche en sí mismo con los sistemas convencionales oportunos.
Todos los vehículos se catalogan dentro de un nivel concreto de autonomía en función del mayor o menor grado en el que se asista al conductor, pero lo cierto es que con el paso del tiempo la conducción autónoma ha ido ganando cada vez más peso dentro de la industria automotriz. Tras años de investigación las marcas comenzaron a probar recientemente incluso coches sin piloto que según la DGT, podrían circular por las carreteras españolas a finales de 2023 (fecha en la que entrará en vigor la normativa que regula el uso del coche autónomo). Sin embargo, esta meta parece prematura en un momento donde los niveles de autonomía ni siquiera han alcanzado el tercer escalón.
Niveles de conducción autónoma
A pesar de que cada vez se dan más pasos hacia el coche autónomo, todavía no existe ningún modelo a la venta que reúna todos los sensores, procesadores, actuadores y software necesarios para conducirse de forma autónoma. Las pruebas con coches autónomos que equivaldrían a un nivel cuatro dentro de la escala siguen siendo excepciones y de momento, la intervención humana continúa siendo necesaria en una época de transición hacia la conducción autónoma donde los siguientes niveles marcan nuestra evolución.
- Nivel 0: no cuenta con ninguna automatización de la conducción. El conductor realiza todas las tareas necesarias para la conducción, ya que no tendrá ninguna ayuda de manejo por parte del coche.
- Nivel 1: este escalón se alcanzó a partir de la década de los 90. La electrónica empezó a ser también protagonista y desde ese momento, los vehículos comenzaron a incluir el control de velocidad o el asistente de mantenimiento de carril (los asistentes controlaban el movimiento lateral o longitudinal, pero nunca los dos a la vez). Además también llegó un asistente de ayuda al aparcamiento, donde sólo se accionaba el volante y el conductor se encargaba de los pedales.
- Nivel 2: se trata del nivel actual de todos los coches que encontramos por las carreteras. Todavía sigue siendo necesario el conductor y su papel es muy importante, aunque el vehículo ya cuenta con el control de movimiento tanto longitudinal como lateral. El coche tendrá la capacidad de actuar de forma independiente en ciertas tareas como el aparcamiento (el conductor ya no toca los pedales) o los atascos (el coche acelerará o frenará manteniendo la distancia con el coche que le precede y manteniéndose en el carril).
- Nivel 3: se precisa conductor aunque la autonomía es más elevada. Tiene sistemas de automatización en lo referente al control de movimiento longitudinal y lateral, aunque en este caso ya será capaz de detectar y responder ante objetos. Este nivel marca un punto de inflexión ya que el conductor únicamente debe estar alerta para intervenir si el sistema lo requiere y el software no responde adecuadamente, por ejemplo, como cuando hay alguna zona de obras que no está bien señalizada.
- Nivel 4: a partir de aquí desaparece la figura del conductor. El coche es totalmente capaz de conducir por sí solo, sin actuación humana. Será el propio vehículo quién controlará el tráfico y las condiciones del entorno, ya que es capaz de responder ante cualquier situación. Si el humano quiere conducir durante la marcha, el coche decide si darle el control inmediatamente o esperar hasta que la cesión sea idónea por seguridad.
- Nivel 5: la figura del conductor desaparece, ya que los usuarios subirán al coche, indicarán el destino y este se pondrá en marcha. Cuentan con un sistema de automatización que respaldará al vehículo en caso de fallo, por lo que él mismo solucionará cualquier imprevisto. Son coches que ya no tienen ni volante, ni pedales, porque ellos mismos se controlan sin necesitar la intervención humana.
Nivel 2 de conducción autónoma
Aunque quizás parezca razonable que la industria vaya escalando de un nivel a otro hasta alcanzar la autonomía total, la complejidad técnica que supone el coche autónomo ha propiciado que esas evoluciones no sean una prioridad. La muestra más evidente es que a día de hoy, en los concesionarios sólo hay coches con nivel 2 de autonomía (por cuestiones legales ya que en España no se permite levantar las manos del volante, lo que entraría en conflicto con los coches de nivel 3) y aunque a partir del nivel 3 la responsabilidad pasará a ser del sistema y no del conductor, dar ese paso todavía es cuestión de tiempo.
A pesar de que ya están en la calle vehículos de hasta nivel cinco, pero de forma experimental, de momento nos debemos conformar con el nivel 2 de autonomía en nuestros coches. Pero para complicar aún más las cosas, también existe el nivel 2+. ¿Qué quiere decir eso? Que en ese nivel no se obliga al conductor a tener las manos en el volante, a pesar de que sigue siendo el responsable de la conducción. El pionero en este sistema fue Cadillac con el SuperCruise, pero otras marcas como BMW, Lexus, Tesla… también le han seguido.
Cómo funciona el coche autónomo
Hablar del coche autónomo sin hacerlo de tecnología resulta imposible, ya que la base de este modelo de conducción parte siempre de unas evoluciones tecnológicas que son imprescindibles para garantizar la autonomía y el funcionamiento del coche autónomo.
- Sensores ultrasónicos: detectan elementos a poca distancia y funcionan a través de ondas sonoras no audibles. Suelen emplearse en los sistemas de ayuda al aparcamiento y las alarmas.
- GPS: localizan al vehículo en cualquier parte del planeta mediante trilateración a través de las redes satélites. Como inconveniente tienen un margen de error de unos pocos metros, aunque mediante otras técnicas consigue una localización más precisa.
- Sistemas de navegación inercial: sensores de movimiento y giroscópicos que calculan mediante estima la posición del vehículo, la dirección de su trayectoria y su velocidad en todo momento.
- Cámaras: la tecnología está muy desarrollada a nivel de calidad, pero el mayor desafío es que el objetivo realice una interpretación correcta de las imágenes. La efectividad se reduce en condiciones de baja cantidad de luz y climatología adversa.
- Radar: usa ondas electromagnéticas para realizar un seguimiento de los objetos. Funciona con precisión hasta los 300 metros y también sirve para determinar la dirección en la que viajamos y a qué velocidad lo hacemos. Su uso está generalizado en la industria del automóvil ya que ayuda a detectar los ángulos muertos e interviene en otras facetas como el frenado automático de emergencia o el control de velocidad activo.
El futuro de la movilidad autónoma
A pesar de las evoluciones que sigue desarrollando la industria automotriz, los vehículos autónomos se enfrentan a día de hoy a diferentes retos que podrían ralentizar su implantación en carreteras españolas. Para garantizar el buen funcionamiento del coche autónomo en España, en primer lugar, habría que adaptar la infraestructura para que pudiese comunicarse con otros coches y otros elementos de la carretera. El objetivo es que ese coche autónomo pueda interpretar bien todas las señales y hasta llegar a ese momento, todavía queda mucho camino. Pero su implantación va más allá.
El precio de este tipo de coches tendría un alto coste de producción y, por ende, de posibles reparaciones. El coche autónomo no puede llegar a ser perfecto y eso, al mismo tiempo, exigiría un alto nivel de mantenimiento que ligado a la pérdida de privacidad, podría no convencer demasiado a un usuario que también deberá tener en cuenta el factor legal. ¿Quién es el responsable del accidente? Esa es una de las muchas preguntas que la ley debería legislar en caso de una posible colisión, en la que será el propio coche quien decidirá cuál es la opción menos dañada: el propio coche, el contrario o los peatones.
Como ves, todavía queda mucho camino por recorrer hasta que sea viable llenar las carreteras de un coche autónomo, aunque, cuando se perfeccione su funcionalidad, también habrá beneficios. La siniestralidad deberá reducirse en carreteras ya que el factor humano no será quien tome las decisiones y por lo tanto el coche autónomo respetará las señales de tráfico, al mismo tiempo que dejarán de pecar del efecto mirón o el acordeón, para reducir los atascos. Y además, también se rebajarán las emisiones de dióxido de carbono debido al perfeccionamiento de una conducción que en el futuro, mira hacia el coche autónomo. Sólo faltan los últimos detalles.